Juega un papel importante en tiempos difíciles ya que en tiempos de emergencia la comunicación tiende hacer local. Este protagonismo comunicacional de las y los pobres solo ocurre en los medios comunitarios y populares, las radios, las pequeñas revistas digitales barriales, los improvisados recursos digitales surgidos a la luz de las urgencias de la coyuntura e impelidos para brindar ayuda. Estos medios barriales y comunitarios están siendo importantes para informar, para educar, para alertar, para sumar a la solidaridad de vecinos y vecinas. Sin embargo, también en este caso quedaron en evidencia limitaciones de todo tipo que hablan a las claras de falencias estructurales que impiden el mejor funcionamiento y la plena ejecución del derecho a la comunicación de la población más pobre. Siendo valiosos e importantes ¿estaban estos medios preparados para la exigencia comunicacional del momento? Claramente no. Porque la enorme mayoría de ellos trabajan con bajo nivel de equipamiento, recursos escasos para el sostenimiento de los pocos equipos, poca integración en red y a partir de una gran cuota de trabajo voluntario y militante por parte de comunicadores y comunicadoras allí comprometidos. Entre las muchas alertas que está desatando la pandemia hay que contabilizar también la falta de una acción efectiva del Estado para asumir que una política pública de comunicación es tan fundamental como la de salud y educación. Y dentro de ella, como ha quedado en evidencia en estos días, la comunicación comunitaria o popular ocupa un lugar central. Porque expresa lo local, lo cercano, lo próximo. Porque es la única que puede transparentar las necesidades de las víctimas hablando en primera persona y transformar en significaciones la subjetividad de quienes padecen la pobreza. No obstante todo lo anterior, no se ven planes y propuestas para fortalecer a estos constructores de la comunicación desde la perspectiva de los sectores populares. La comunicación comunitaria y popular sigue postergada en la agenda de las prioridades de la gestión estatal. Pero tampoco los movimientos sociales y las organizaciones sindicales tienen claro el papel que la comunicación tiene que jugar dentro de su estrategia. La coyuntura sanitaria obliga -en todos los campos- a priorizar la urgencia y a postergar otras tareas, pero no puede hacer perder de vista la necesidad de alcanzar objetivos estratégicos que la propia crisis dejó en evidencia y que son los únicos capaces de garantizar cambios de fondo.
AUTOR : Luis Fernando Toapanta
AUTOR : Luis Fernando Toapanta
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